Una esperanza para el milagro...

El anciano Lu estaba sentado en el quiosco temprano por la mañana, donde Jiang Yuyan fue a acompañarlo.

—Abuelo, no te has visto bien estos días. ¿Estás bien? —Jiang Yuyan, quien actuaba fría todo el tiempo, parecía suave cuando se acercó al viejo, la preocupación evidente en sus ojos.

—Toma asiento, querida. No te preocupes, estoy bien, y como estás aquí para hablar conmigo, me siento aún mejor —dijo el anciano Lu mientras sonreía levemente, pero sus ojos contenían la tristeza oculta en ellos.

Jiang Yuyan se sentó al lado del anciano Lu en el banco semicircular. —Lamento haber estado demasiado ocupada y no haberte dado mucho tiempo, abuelo.

El anciano Lu la miró. —¿Por qué te disculpas, querida? Debería ser yo el que lo haga.

—No, abuelo…