El sapo saltó de una parte del suelo a otra intentando no ser aplastado por la gente en el mercado que iba de un lado para otro sin seguir una dirección apropiada.
Durik no se dio la vuelta, no quería girar y por eso saltó y se abrió paso entre la multitud, queriendo volver a donde había venido. No se atrevía a mirar atrás por el temor de ser asesinado por aparecer frente a la señorita Grace dos veces ahora. Peor aún, había estado en su bolsa todo este tiempo.
El mercado negro parecía diferente a sus ojos en este momento.
Ahora que no poseía los ojos de un humano ni de su versión vampírica, tenía los ojos verdes del sapo que volvían su visión algo verdosa. Y esta misma visión le dificultaba moverse lo más rápido que podía. El suelo estaba húmedo y no suelto con barro que le facilitase moverse rápidamente.