—Tú también eres un brujo... —ante las palabras de Robarte, los labios de Damien se torcieron en una sonrisa.
—No, gracias. —¿Pensaste que era un hombre mimado y pomposo? ¿Eso, que eso era todo lo que tenía en mí? —Damien sacó el tapón que chirrió lentamente a propósito mientras se tomaba su tiempo. Alimentarse del miedo como hombres y mujeres como estos era algo que Damien disfrutaba más. Le encantaba y cuando el miedo estaba empezando a exudar del brujo aunque trataba de ocultarlo, Damien no podía evitar deleitarse en él.
—¿Cómo desapareciste? ¿Fue la chica quien te ayudó? —Robarte preguntó, queriendo encontrar respuestas.
—¿No hiciste una verificación de antecedentes sobre mí? —Debo decir que hiciste un trabajo bastante pobre. ¿Por qué no piensas en lo que sucedió en tu vida después de la muerte? —y al siguiente momento, Damien había jalado del gatillo para que la bala se lanzara a la cabeza del brujo.