—Parece que la tía se está volviendo inteligente —susurró FangSu a Meixu, después de ver que su tía se quedaba callada cuando la provocaban a propósito, lo cual no era habitual en ella.
—¿A quién le importa? —Meixu replicó con desdén y tomó sus palillos.
Después de la cena, Fu Juan pasó por la habitación de Lanying. Llamó una vez a la puerta antes de abrirla y entrar.
Lanying estaba sentada en su cama con la mirada puesta en la ventana. Tenía su teléfono en la mano, pero estaba perdida en sus pensamientos.
Eso fue la escena que Fu Juan vio cuando entró. —¿Por qué rechazaste la comida que te envié? Estás haciendo que la familia piense mal de ti.
Lanying movió la mirada en su dirección y respondió con un tono débil, —No salí a cenar porque no tengo hambre, y tú me pediste que no lo hiciera. No había necesidad de aceptar la comida cuando sabía que no la tocaría.
—Al menos deberías haber tocado la comida —insistió Fu Juan.