Inducir el parto

El aniversario de la muerte de los padres de Jia Li llegó y pasó sin que ella hiciera un viaje de regreso a su ciudad natal.

Tenía que estar en buen estado de salud para poder hacer ese viaje.

Jia Li no estaba en condiciones de moverse, y en estos días, le era difícil comprenderse a sí misma.

El dolor de espalda era insoportable, y su entrenadora de Yoga ya no podía ayudarla mucho. Pero estaba allí para ayudarla a superar la mayoría de sus dolores dándole masajes profundos, y enseñándole a Fu Hua cómo aliviar sus dolores de espalda por la noche.

En la fecha de parto de Jia Li, no se sintió ninguna conexión, pero aún así fueron al hospital para un chequeo.

El médico la examinó y dijo que todo estaba bien.

—Parece que tu hijo e hija todavía están disfrutando en el útero —dijo el médico con una sonrisa.

Fu Hua sonrió ante su broma, pero ni siquiera una mueca se vio en la cara de Jia Li. Ella no encontró la noticia graciosa.