El testigo

Era imposible. No creía que el rey estuviera al tanto. Le estaban mintiendo. Él no la habría dejado vivir otro día si supiera quién era. 

Sus manos se apretaron a sus costados y tomó una profunda respiración, decidiendo continuar. Había muchas otras cosas de las que acusarla, así que por ahora podía dejar pasar esta. 

—Diles a la casa la razón por la que tu madre fue ejecutada y tú fuiste enviada al exilio —la reina hizo un gesto para que ella hablara.

—No lo sé. Como deben haber aprendido, me enviaron fuera cuando aún era una niña —respondió Alicia.