Quinto Hermano está muerto

Cuando Iris ya no pudo soportar el fuerte olor medicinal del gel para el dolor, abandonó con gran renuencia el abrazo de Jin Liwei y puso algo de distancia entre ellos. Sin embargo, se sentía satisfecha de cómo había resultado todo.

—Gracias, Liwei. Aunque aún no creas del todo o entiendas todo lo que te he contado, gracias por seguir amándome.

Su expresión se volvió cálida y tierna. —¿No te digo siempre que te amo, seas quien seas?

—Sí, lo haces.