—Si la Señorita Xiulan dice que deberíamos regresar para la última semana del mes, entonces debe tener una buena razón —dijo Randy.
Antes de que Wei Lan pudiera responder, dio un chillido porque su masajista le estiró las piernas demasiado profundamente. Torció su cuerpo y giró la cabeza para lanzarle una mirada de enojo a la mujer. Estaba a punto de regañar a la masajista pero recordó que ahora era una elegante, distinguida y benévola vizcondesa.
—Eso dolió muuuucho así que es mejor que seas más cuidadosa la próxima vez, ¿vaaaale?
—Sí, Vizcondesa. Mil disculpas, Vizcondesa. Seré más cuidadosa, Vizcondesa.
Todos en el yate llamaban a Wei Lan con su título Vizcondesa. Aconsejó a sus secuaces, las jóvenes mucamas y al mozo que trajo del ático de su hija, que le dijeran a la tripulación que no respondería a ningún llamado excepto por su título noble oficial.