—Su Alteza, estoy siguiendo un plan de dieta y por eso rechacé desayunar dos veces. Pero si no le molesta, me sentiría honrada si pudiera acompañarle en la mesa con un vaso de agua —interrumpió Li Xue apresuradamente, sin querer ver al niño siendo regañado otra vez, pero poco se daba cuenta del agravio que había cometido por error.
Una sonrisa incómoda se dibujó en su rostro cuando se dio cuenta de lo que realmente había hecho en su prisa. Dirigió la mirada hacia el anciano que la había guiado primero en el comedor. Sin decir nada, había una expresión de sorpresa en su rostro. Definitivamente, se merecía esa sonrisa.
—Ah, lo siento mucho, Su Alteza. No era mi intención interrumpir sus palabras en el medio. Simplemente no quería ver al Príncipe Heredero siendo regañado por mi culpa —se explicó, rascándose la parte posterior de la oreja ligeramente—. Por favor, no lo tome como una ofensa. No pretendía que lo fuera —añadió Li Xue, girándose para mirar disculpándose a uno tras otro.