Difícil ahuyentar a las moscas de la olla de miel.

—Los ojos de Feng Yi Lan brillaron al ver a su amiga detenerse tanto en sus pasos como en sus palabras. Se mordió la lengua ya que nunca tuvo la intención de revelarle esas cosas. Simplemente en ese momento de locura, no pudo evitar soltar todo.

—Las cejas de Li Xue se alzaron en forma de interrogación mientras estrechaba los ojos hacia su amiga antes de preguntar —¿Qué dijiste, Yi Lan? ¿Qué está haciendo tu hermano?

—Haha... ¿qué estás escuchando Li Xue? ¿No sabes que tengo la costumbre de hablar tonterías? Lo que acabo de decir es un ejemplo de eso. Vamos, no te preocupes —dijo Feng Yi Lan, forzando una risa incómoda antes de volver a su laptop.

—Yi Lan, suéltalo ya porque no voy a creer tu excusa —habló Li Xue, cruzando sus brazos frente a ella mientras mantenía sus ojos fijos en la cabeza de su amiga. No es que tuviera problemas de confianza con el hombre, más bien estaba bastante interesada en escuchar la historia que su Yi Lan estaba ocultando en su corazón.