Feng Yi Lan se sonrojó de inmediato cuando se dio cuenta de su error. Parpadeó para ocultar su vergüenza, mientras su mirada se dirigía a cualquier otro lugar de la habitación excepto a Qi Shuai.
Viéndola tan roja de confusión, Qi Shuai no pudo evitar soltar una carcajada ante el giro de los acontecimientos. Como la llamada aún seguía en su teléfono, pensó en terminarla primero antes de aclarar las cosas con la mujer.
De manera burlona, Qi Shuai comenzó:
—Ohh mi querida, BaoBao. No sabes la suerte que tengo y créeme que no podré contarte toda la historia por la llamada. Si quieres saberla, entonces será mejor que vengas mañana a conocerla. Como sabes, ella se está quedando en el hospital solo para cuidarme —dijo mientras sus ojos miraban insinuantemente a la mujer que estaba frente a él, antes de colgar la llamada.