—Director Ejecutivo Zheng, ¿está usted bien? —preguntó Li Xue de repente con preocupación. Aunque sus palabras tenían cuidado por él, su expresión no mostraba ni siquiera el más mínimo indicio de ello.
Por otro lado, Zheng Wenting ya no podía contener sus emociones. Nunca supo el dolor que su decisión le haría sufrir hasta que escuchó a la chica hacerle esa pregunta. En ese momento, solo un pensamiento resonaba como una campana de supervivencia en su cabeza: Negar la promesa y comenzar de nuevo.
Pero en un rincón de su corazón, también sabía que eso no era posible. Si negaba la promesa, no tendría cara ni valor para presentarse frente a la mujer, y mucho menos tendría la oportunidad de hablar con ella. —Oh sí, estoy bien. Solo me distraje un poco, lo siento por eso —dijo y Li Xue simplemente le ofreció una suave sonrisa a su disculpa,