No estaré en casa temprano hoy.

—Lo siento, Directora Qi. Pero sea lo que sea que dijiste, no puedo estar de acuerdo porque no tiene sentido —dijo Feng Yi Lan, sacudiendo la cabeza en seria desaprobación. Sus ojos no ofrecían ninguna esperanza a Qi Shuai, que todavía estaba arrodillado frente a ella.

Ante su respuesta, el hombre se quedó perdido, pero no encontraba palabras para quejarse. Quería que Yi Lan viniera a él, para empezar un nuevo comienzo juntos. Pero en el fondo se había dado cuenta hace tiempo de que podía perseguirla y hacer todo por ella excepto forzarla a aceptarlo a él y a su amor.