Después de pasear durante una hora entera por El Western Arcade, Li Xue todavía no había logrado encontrar algo que llamara su atención. Había ido a la tienda de joyas de lujo, pero ninguna de las piezas allí la cautivó. También había ido a la tienda de jade, pero allí tampoco sintió que nada pudiera igualar la elegancia y gracia de la Reina.
Al no encontrar nada adecuado, continuó paseando por el piso en busca de algo sin aburrirse ni cansarse. Fue justo entonces cuando una tienda en la esquina capturó su atención.
Estaba tenue iluminada en la oscuridad, con extraños encantos atractivos que eran tanto invitantes como repelentes para los clientes. Una tienda así, en el conglomerado de grandes marcas como Chanel y Gucci, sin duda resaltaba. Pero también despertaba su curiosidad por saber qué hacía que el dueño de la tienda tuviera un rincón así en El Western Arcade.