Los ámbares de Li Xue burlaban ligeramente sus grises, consciente de los juegos que lo desafiaban. —Fue simple. ¿Cómo no lo adivinaste? Sus palabras apenas susurradas pero para él, sabía que eran lo suficientemente fuertes para silenciar todo lo demás alrededor.
—Tú eres... —Feng Shufen comenzó, listo para soltar su agarre sobre ella, pero Li Xue se presionó todavía más, manteniéndose voluntariamente en su abrazo...
—...jugando con fuego. Lo sé. Pero, ¿sabes que no todas las quemaduras del fuego valen la pena de lamentar? —agregó ella, completando a medias sus palabras previstas y con la otra mitad, declarando su ausencia de miedo. Al escucharla, vio cómo sus ojos se oscurecían aún más, a lo que ella simplemente sonrió, antes de agregar más—. Además, mis planes para compensarte no eran tan complicados. Lo que quería decir era...