Ponte en mi lugar.

—Dile a WeiWei que es mi hija y que te estaba llamando mamá temprano en la mañana —dijo Feng Shufen con astucia, como si lo que decía con facilidad no fuera a conmocionar al mundo. Habría miles de chicas dispuestas a dar su vida y cientos de ellas listas para tomar el celibato si se enteran de esta noticia.

—¿Cómo puede decir una idea así tan abiertamente? —Li Xue lo miró por un momento antes de parpadear para buscar algo. Dándose la vuelta corrió a revisar los cajones uno tras otro, antes de dirigirse al pequeño armario.

—¿Estás buscando algo? —Feng Shufen la miró, caminando detrás de ella, preguntó. Y como si esperara esa pregunta misma, Li Xue se giró para asentirle.