Li Xue miró a Lin Xinyi. Sus labios se curvaron en una cálida sonrisa que contenía varios significados.
—¿Hablas de la niña que te llamó Mamá más temprano cuando estaba en la llamada contigo? —preguntó Lin Xinyi, apoyando sus manos en la mesa mientras miraba más firmemente a Li Xue. Su actitud de sospecha sólo se endureció al mencionar a la pequeña.
Bajo su mirada tan firme, la gente no habría dudado en acobardarse con vergüenza. Pero allí, Li Xue se sentó con toda confianza. Sus ojos no mostraban ninguna vergüenza, sino un brillo que anunciaba con confianza que no había nada demasiado embarazoso en su vida que no pudiera enfrentar en público o frente a las personas.
Esa confianza por un momento hizo vacilar la firmeza de Lin Xinyi, pero aún así se sentó esperando a escuchar lo que ella tenía que decir.