—¿La ropa no es cómoda? —preguntó Feng Shufen cuando vio a Li Xue sentada en silencio en el coche. Parecía que estaba reprimiendo algo. Pero él no estaba seguro de qué era.
—Li Xue negó con la cabeza. —No, es perfectamente de mi tamaño y comodidad —dijo brevemente y volvió al silencio, confundiendo al hombre. La confusión nunca había sido de su agrado, pero cuanto más tiempo pasaba con la mujer, más se acostumbraba a ella.
—¿Entonces? ¿Por qué estás en silencio? —preguntó y Li Xue se volvió para mirarlo con evidencia. Como si hubiera presentado la razón detrás de su acción todo este tiempo, pero aun siendo obvio, el hombre no había logrado adivinarlo.
—Li Xue parpadeó con un poco de inocencia. —¿No me pediste que fuera un poco cautelosa contigo? ¿Para que puedas controlar a la bestia dentro de ti para que no se desate? —dijo y Feng Shufen levantó las cejas ante ella. Le divertía oír eso, pero más que divertido, sentía algo más.