Después de un desorden de alto voltaje, la noche transcurrió sin problemas para casi todos. El sol salió al día siguiente con una actitud mucho más cálida mientras, viajando a través de la vegetación de los árboles del bosque, se asomaba lentamente en la habitación de la casa.
Aunque las cortinas estaban bien cerradas, todavía quedaban resquicios por los que el sol podía despertar a la persona dormida en el interior.
Cuando Li Xue sintió el calor de la mañana besando su piel, supo que ya era de día. Sus ojos parpadearon perezosamente en un intento de abrirse, pero sus labios mantenían un rictus de desaprobación. Quizás porque le daba demasiada pereza aceptar la mañana tan temprano.
Pero aun así, no podía culpar al sol por ello porque sabía quién realmente merecía la culpa.