Hogar

Harlow batió sus pestañas y acabó viendo pequeños brotes de flores violetas increíblemente pequeñas. Se acercó y se arrodilló suavemente frente a ellas, al lado de Rafael.

Después de observar las plantas con atención, inclinó un poco la cabeza, confundida. Harlow miró a Rafael y solo dijo una palabra.

—¿Por qué? —preguntó.

—¿Por qué...? —Rafael la miró, confundido—. ¿Por qué no?

—No, quiero decir, ¿por qué cuidas de estas flores? —Harlow preguntó de nuevo—. ¿No tienes fertilizante mágico o algo para cuidarlas? También esos sirvientes demonios tuyos.

—Oh, estas flores son especiales para mí, por eso —Rafael sonrió ampliamente.

—¿Qué tienen de especial? —Harlow no pudo evitar preguntar de nuevo. Eran pequeñas y simples flores violetas. No podía ver nada interesante en ellas.