—¿Toalla? —dijo Rafael de repente, interrumpiendo el hilo de pensamientos de Harlow.
La princesa levantó la vista para ver al Rey Demonio con una toalla en la mano y se la ofreció con una sonrisa en su rostro. Acompañada de ella había un atisbo de preocupación en su rostro y Harlow la aceptó sin palabras.
Ella se secó la frente. Ni siquiera se había dado cuenta de que estaba sudando. La toalla estaba fresca y era refrescante. Eventualmente miró al hombre después de terminar.
¿Cómo podía olvidar sus modales en ese momento? Incluso si estaba perdida en sus pensamientos, debería haberle agradecido por ser tan considerado. Entonces, Harlow habló con voz baja. —Gracias...
—Eres muy bienvenida. —Rafael parecía complacido y con un sutil asentimiento hacia el árbol de jacarandá, la hermosa planta se balanceó más cerca de ellos y proporcionó a la princesa suficiente sombra para aliviarla del calor abrasador.