Rowena Bebe Demasiado Vino

Rafael no entendía lo que le había pasado a su esposa, pero decidió confiar en sus palabras y en cambio se quedó gentilmente a su lado. Deseaba y esperaba que Rowena le dijera la situación si algo estaba mal.

Siempre estaba ahí para su amada esposa.

—Está bien, esposita —dijo Rafael—. Por favor dime si sientes algo. Sabes que puedes contarme cualquier cosa que tengas en mente.

Rowena miró hacia su taza vacía y sonrió tristemente. —Gracias y sé que puedo confiar en ti, pero no me ha pasado nada. —Se sintió inmensamente culpable de que fuera Rafael el que sufriera y no ella.

La expresión de Rafael se entristeció. —Eso no es cierto…

—Podría haber sido yo el monstruo, ¿sabes? —Rowena rió amargamente y se llevó una mano al pecho—. Sé que a tu padre no le caigo bien, entonces ¿por qué no me convirtió en el monstruo en lugar de a ti?

—No permitiría que te hicieran daño —dijo Rafael—. Ya has sufrido lo suficiente, Rowena.