El decimotercer cumpleaños de la Princesa

No pasó mucho tiempo antes de que Rowena se convirtiera en la perfecta princesa joven que el Rey Draco quería que su hija fuera. Con el método de disciplina que el Rey Draco impuso a la niña, ya no hubo más errores por su parte.

La idea de que alguien fuera castigado por su mala conducta era un peso cruel sobre los hombros de una joven, pero Rowena logró destacarse a tal nivel que era difícil comparar a la niña que lloró cuando Leia murió.

—¿Está lista, Su Alteza? —Lady Elizabeth le preguntó y echó un vistazo al atuendo cuidadosamente elegido para la joven princesa—. Todos la estarán esperando en el salón de baile. No debe avergonzarnos ni a Su Majestad cuando realice su actuación.

—Entendido, Lady Elizabeth —respondió Rowena con tono plano.

—¿Por qué no sonríe? —señaló Lady Mary frunciendo el ceño—. No hay nada socialmente peor que ser vista sin una sonrisa, Su Alteza. Se supone que es su día especial.