—No todos los ricos o nobles son malos —dijo Rowena después de superar su diversión. No negó que la historia de Julián fuera muy triste, pero aún así objetó a su acusación de que todos los ricos eran malos.
—Bueno, supongo que quizás tú seas un poco diferente —admitió Julián.
El joven se rió un poco recordando cómo Rowena estaba tan empeñada en perseguirlo que acabó cayendo al río.
En su mente, Rowena era una chica de una familia rica que seguramente tenía uno o dos guardaespaldas a su alrededor. Podría haberle dicho a sus guardias o sirvientes que persiguieran al carterista, pero en cambio fue ella quien lo persiguió sola.
¿Quién lo hubiera pensado, Julián conoció a una niña rica que podría correr tan rápido como Rowena? Esto casi lo tomó por sorpresa cuando vio cómo era capaz de seguirle el ritmo.