Un Año Después

Después de un año en el negocio de engañar a los ricos para sacarles su dinero, tanto Rowena como Julián han llegado a conocer el arte del oficio de memoria.

Algunos de los clientes alrededor del puesto de Julián resultaron estar mucho más interesados en ella que en una pulsera mágica e intentaron entablar conversación con ella mientras se iba.

—Mi señora, nunca la había visto por aquí —un caballero caminó a su lado—. ¿Podría conocer su nombre?

—Disculpas, tengo que estar en otro lugar —dijo Rowena mientras mantenía un abanico cerca de su rostro—. No tengo tiempo para socializar ni para visitas, me temo.

—¿Es en la ciudad? Conozco al Maestro de Carruajes. O sea, al que posee todos los carruajes —otro se adelantó con una sonrisa—. ¿Quizás podría llevarla?

—No es necesario, gracias —continuó Rowena caminando y empujándose entre la multitud.

Los dos la siguieron, para su molestia.