Rowena estaba muy asustada de perder a Julián, su único amigo.
Sin embargo, ¿no se sentiría sofocado si ella no le permitiera tener una vida propia?
¡No! Rowena no podía retenerlo más.
Si él quería tener una vida más allá de la suya, entonces Rowena no tenía derecho a detenerlo y rogarle que se quedara con ella. Eso era infantil, inmaduro y una cosa completamente egoísta si insistía en hacer las cosas a su manera simplemente porque estaba asustada y sola.
—¿Una taza de té? —Príncipe Liam ofreció la taza de té a Rowena.
—Gracias —dijo Rowena con un tono de voz un poco rasposo. Sorbió un poco del té y luego hizo una mueca. Se apresuró a beber el té, lo que terminó con ella quemándose un poco los labios.
—Por cierto, he tomado mi decisión —dijo el Príncipe Liam.
Rowena miró hacia 'Julián' y vio las bolsas debajo de sus ojos. Parecía que ella no era la única que tenía problemas durante el sueño, pero esperó con ansias las próximas palabras que saldrían de sus labios.