Rowena en la prisión de las Sirenas/Tritones

—No creas que este es el lugar donde pasarás el resto de tus días —el Tritón tiburón llevó a Rowena a una de las celdas y luego la encerró.

—¿Qué? ¿El rey desea matarme? —Rowena fulminó con la mirada mientras agarraba los barrotes de coral. Intentó buscar una llave, pero él no tenía ninguna.

—No. Pero debería —le dijo el guardia con un gruñido bajo—. Le has causado tanto dolor a nuestro rey solo con venir aquí, sin mencionar la profanación que has hecho a nuestro hábitat. Y aún así, tu sentencia llegará más tarde.

Sin decir otra palabra, el Tritón tiburón nadó y la dejó sola.

Relativamente sola.

La prisión en la que estaba no era lo que Rowena esperaba. La de su padre era oscura con apenas un destello de fuego o cualquier luz.