Solicitud de Julián

Al día siguiente, Rowena finalmente despertó mientras la luz del sol se filtraba por la ventana abierta. Pronto se dio cuenta de que estaba en su cama, y alguien debió haberla llevado desde la enfermería.

Confundida, Rowena parpadeó y se frotó los ojos hasta que escuchó una voz familiar.

—¿Finalmente despierta, dormilona? —preguntó una voz.

La voz de Rowena se quedó en su garganta cuando miró hacia arriba y vio a Julián. Estaba completamente recuperado, con un color saludable en sus mejillas y la misma sonrisa traviesa en su rostro.

—¿J-Julián, eres tú? ¿Eres realmente tú? —tartamudeó Rowena.

—Ningún otro. —Julián se rió y extendió los brazos—. Ahora ven aquí.

Rowena tropezó y se tambaleó fuera de su cama, casi tropieza con sus mantas, pero corrió hacia sus brazos. Se vio envuelta en sus brazos mientras las lágrimas de felicidad brotaban de sus ojos.