Mientras Rowena caía, de repente fue golpeada por la lucidez a través de la niebla de su mente.
Por un momento, pensó despreocupadamente cómo Julián la atraparía.
No era exactamente el tipo de hombre más fuerte —era rápido, ágil en sus pies, pero nunca esperarías que cargara un enorme saco de trigo o arroz. Entonces... ¿cómo la atraparía Julián?
Sin embargo, Rowena no necesitaba preguntarse, porque de repente sintió unos brazos fuertes rodearla y llevarla.
Fue una sensación que la dejó confundida. Cuando Rowena finalmente abrió los ojos, se encontró con una vista peculiar. El rostro de Rafael estaba tan cerca del suyo, sus hermosos ojos dorados la miraban fijamente y él respiraba con dificultad.
«¿Rafael?» pensó Rowena que estaba soñando. Recordaba claramente que había echado a Rafael y le había dicho que ya había hecho más que suficiente por ella. No se suponía que él estuviera aquí.
¿Por qué estaba aquí?
¿Por qué había vuelto?
¿Estaba Rowena soñando con él de repente?