Compartiendo Comidas

—¿Puedo entrar? —preguntó Rafael mientras resonaban sus pasos en silencio afuera y traía la bandeja con la cena tocando a la puerta de Rowena.

—Uh, cambié de opinión, ¡saldré! —Rowena giró rápidamente y abrió la puerta—. Vio a Rafael, lo miró sorprendida y luego tosió levemente.

—¿Qué pasa, Rowena? —El Príncipe Séptimo levantó una ceja.

—Solo quiero comer en la mesa en lugar de en mi cama.

—Oh.

Él se preguntó si la razón por la que cambió de opinión era que era incómodo para un hombre como él entrar a su habitación, y si ese era el caso, entonces estaba bien para él.

Le alivió no haber revelado que como Lucent, había estado con ella durante un par de años. Seguramente, eso la habría incomodado más de lo que ya estaba.

—¿Es realmente ese el caso? —preguntó Rafael de repente—. Quiero decir, si estás suponiendo que entraré a tu habitación, solo necesito traerte la comida y recogerla más tarde.

—Quiero decir, ¿y tú? —preguntó Rowena—. ¿Eh?