Conociendo al Macho

—¡Reth! Esto no es...¡No lo haré! —gruñó él—. Es mi derecho como Alfa. Tú eres mía. Mi hija es mía. Si me rechazas, llevaré a Elreth a las madres del orgullo que la criarán como una verdadera leona.

Un grito felino de dolor y furia salió de la garganta de Elia.

—¡NO!

Reth casi sonrió, pero sabía que su bestia lo percibiría si se ablandaba, así que en su lugar se preparó y rugió hacia ella.

Elia temblaba e intentaba levantarse para sentarse, gruñendo, pero su mano seguía resbalándose, por lo que terminó únicamente sobre sus codos. Estaba tan débil.

El corazón de Reth quería llorar. Tenía segundos como mucho antes de que la siguiente contracción le robara la atención de nuevo.

Haciendo ondular su espalda en la amenaza del cambio, abrió la boca, mostrando sus dientes, y gruñó justo en su cara. Los labios de Elia se replegaron mostrando sus dientes y ella le silbó. Pero entonces su cuerpo tembló. Otra contracción estaba a punto de llegar.