—Haciendo lo posible por no llamar la atención, Reth subió las escaleras hasta el escenario y se acercó a Elia por detrás, manteniéndose lo más agachado posible detrás de los respaldos de las sillas. Su estómago se tensó al ver a su hermosa pareja, que estaba girada hablando con Aymora. Su precioso cuello estaba descubierto—su cabello recogido en un moño en su cabeza—excepto por aquella bufanda.
—Esa bendita bufanda...
—Gruñendo con aprobación pero tenso por la lujuria contenida, se acercó a ella como si estuviera en una misión importante.
Aymora lo vio primero por encima del hombro y sus cejas se elevaron. Elia se volvió para buscarlo, su cara primero sorprendida, luego radiante.
—¡Reth! Lo lograste. Estaba preocupada.
—Lo siento, Aymora —dijo él en voz baja y seria como pudo cuando sus testículos le hormigueaban—. Pero tengo algo importante que tengo que enseñar a Elia.
—Aymora resopló y miró entre ellos—. Seguro que sí.