El señor Miller aún estaba pensando en qué hacer en caso de confirmar que la secretaria de su Director Financiero había escuchado su conversación cuando Titania llamó a su puerta.
El señor Miller frunció el ceño mientras sus pensamientos se veían interrumpidos por el sonido de los golpes en la puerta.
—Señor Presidente, soy yo, Titania. El Director Financiero me envió aquí. ¿Puedo entrar? —anunció Titania su presencia.
La arruga en su frente se acentuó. El señor Miller aún desconfiaba de ella.
—Veamos si sabes algo o no —murmuró el señor Miller, mientras su mirada se quedaba fija en la puerta cerrada.
—¡Adelante! —dijo él, permitiendo que Titania entrara.
Titania entró a su oficina, saludándolo con una sonrisa. El rostro del señor Miller se contrajo al ver esa sonrisa. Esa no era la cara de una persona que acababa de escuchar a alguien ordenando secuestrar a otra.