Clifford salió del gimnasio con una expresión oscura en su rostro. Bianca seguía disculpándose con Clifford pero él la ignoraba hasta que llegó a su coche.
—Oye, Cliff... lo siento. Me dejé llevar. ¿Todavía te duele? ¿Quieres que te lleve al hospital? —Bianca le preguntó, luciendo muy culpable.
Clifford no dijo una palabra. Solo le lanzó una mirada fría antes de arrancar el coche. Estaba molesto desde que Bianca le dio una patada fuerte ahí abajo.
Bianca tiró de su mano, poniendo una cara de pena. —Cariño, ya dije que lo siento. —Esta vez Bianca intentó usar palabras dulces como trampa. —¿No puedes perdonarme? Ven... aquí... pégame también. —Bianca señaló su rostro con el dedo.
—Por favor no te enojes conmigo... ¡Cariño! —Añadió ella, abrazando el brazo de Clifford.
—De todas las áreas donde podrías haberme pateado, ¿por qué me pateaste ahí abajo? —Clifford se quejó con ella. Planeó ignorarla pero como Bianca le estaba hablando dulcemente para apaciguarlo, ya no pudo ignorarla.