El anillo de diamantes brillaba frente a Bianca, que aún estaba en un estado de confusión. ¿Qué acababa de escuchar? ¡Clifford le estaba pidiendo... o más bien le estaba diciendo que se casara con él!
Sí, no le preguntó. Su declaración no era una pregunta. Era más bien una orden.
—¡Cásate conmigo! Por favor... ¡no digas que no!
Esas palabras seguían reproduciéndose en su mente y resonando en sus oídos. Estaba sin palabras, sorprendida por esta repentina propuesta.
—Lo siento. Hice esto de manera apresurada. Debería haberme preparado más para esta propuesta. Pero no sé qué hacer. Tú dudas de mí. Así que quiero demostrarte esto. Mi amor por ti es verdadero. Ahora eres la única mujer en mi corazón... No Lillie... no Oliva. Eres tú, Bi. ¡SOLO TÚ!