LAS LLAMAS

Esteban miró a Torak preocupado. No quería estar cerca de este Alfa cuando su bestia estaba más iracunda que su lado humano, pero ¿tenía otra opción?

Así que, cuidadosamente, se arrimó y se agachó al otro lado de Púrpura, frente a Torak. —¿Sí, Alfa? —preguntó tímidamente, tan educadamente como pudo, para no ser ahora el objeto de su ira. Torak acababa de perder a Raine y era aterrador verlo tan tranquilo en lugar de causar estragos.

Estos Donovans eran impredecibles...

El joven señor dragón intentaba calmar sus nervios, pero perdió la calma cuando vio la mano extendida de Torak.

Esteban reaccionó de inmediato. Levantó ambas manos en un gesto de rendición y trató de echar su cuerpo hacia atrás tanto como pudo, para evitar la mano de Torak, pero su reacción solo se vio recompensada con un gruñido bajo que venía del fondo de la garganta del Alfa.

Era aterrador y amenazante.