ELLA VIO ROJO

—Puedo controlarte como quiera —Púrpura agarró con firmeza el cuello de Theseus, pero el señor dragón parecía muy tranquilo y recogido, aunque si uno miraba de cerca, podía ver un diminuto parpadeo de miedo que destellaba en sus ojos—. ¿No te enseñaron tus padres que no deberías meterte con alguien que posee tu alma?

Los fae, que siempre parecían muy alegres y estarían en una página completamente diferente a la hostilidad, ahora parecían listos para barrer de la faz de este reino a toda la especie de los transformadores de dragón de tierra.

—¿Dónde está el fénix? —Púrpura preguntó de nuevo, luego miró a Esperanza y Raine—. ¿Qué les pasó?

—No lo sé. Se desmayaron así sin más. No hice nada... aún —dijo Theseus con una sonrisa en sus labios, a pesar de que su vida pendía de un hilo ante el fuerte agarre de Púrpura, se negaba a mostrar cualquier tipo de debilidad delante de su gente.

—El fénix —Púrpura recordó al señor dragón de nuevo.