Hace un año que Jedrek se lanzó al cráter del infierno para seguir a Lila, esperando poder arrepentirse de todo lo que le había hecho y si ella tenía que desaparecer de su vida, él tampoco quería existir en este mundo sin ella.
Sabía, pero al mismo tiempo no podía imaginar cuánto la había herido. Era demasiado egoísta y estúpido para darse cuenta antes.
Sin embargo, no podía ignorar a Serefina en sus últimos momentos y cuando estaba dando su último suspiro, especialmente después de saber por lo que había pasado durante esas décadas en que estuvieron separados.
Aún así, eso no justificaba cada acción que había tomado, las cuales habían infligido un dolor insoportable en Lila.
—Su majestad, hay unas personas que desean verle —uno de sus siete generales entró en su estudio, interrumpiéndolo en su línea de pensamiento, que estaba llena de infinitos arrepentimientos y desesperación sin fin. Su corazón anhelaba a su compañera… a Lila para que estuviera allí con él.