Este era otro día en el castillo, para ser precisos, dos semanas después de que los tres hermanos Donovan se reunieran por primera vez tras siglos de estar en una guerra fría entre ellos.
La interacción entre ellos seguía siendo muy superficial, pero al menos estaban de acuerdo cuando discutían cómo derrotar a los diablos.
Mientras tanto, los tres ángeles guardianes intentaban averiguar el alcance de su propio poder para sacarle el máximo partido. Y una de las cosas que hicieron fue aprender a luchar.
Luchar no era algo nuevo para Lila, a diferencia de los otros dos ángeles guardianes.
Para Esperanza, solía luchar cuando era pequeña siempre que alguien se burlaba de ella. Sin embargo, la habilidad que necesitaban para luchar ahora era diferente. No podía simplemente lanzar un puñetazo y esperar que su oponente sangrara, nada parecido a aquellas personas con las que luchaba antes.