La noche estaba tan oscura con la luna cubierta por nubes sombrías, mientras el trueno y el relámpago azotaban el cielo negro, indicando que una tormenta era inevitable esta noche.
Todos los que estaban de guardia alrededor de la frontera se pusieron sus impermeables en preparación para un diluvio que duraría toda la noche.
Durante la última semana, el clima nocturno había sido hostil y obligó a todos los guerreros licántropos a refugiarse bajo sus puestos de guardia, mientras vigilaban la frontera.
Por alguna razón, recientemente había varios pícaros cruzando sus fronteras sin permiso, y cuando eran atrapados e interrogados, siempre decían que su aldea había sido atacada y que no quedaba nada allí.
Esta noticia era de hecho bastante perturbadora para Torak y lo hizo ordenar que se incrementara la seguridad alrededor de la frontera.