—¿Dónde está Gabriel? —dijo Raziel.
La otra persona, el sacerdote, guardaba silencio. Pasó un minuto cuando el hombre respondió:
—Perder a tu hija, a tu esposa, ¿eso alguna vez te hizo sentir odio contra el Cielo, Raziel?
—Odié el momento en que perdí a mi ser más querido pero no culpo a nadie que en ese momento no tenía otra opción. El Cielo no está en lo correcto pero tampoco siempre está equivocado. Si lo que querías era venganza, no era necesario que involucraras a los humanos que son inocentes —respondió Raziel—. Él había sido uno de los ángeles que había cometido terribles pecados contra el Cielo pero seguía siendo un ángel, un ángel que amaba el Cielo y la paz que conlleva. Había perdido a sus seres más queridos por ser un ángel pero ni una sola vez había lamentado permanecer en el Cielo.