Elisa atendía a tantas personas como podía y les proporcionaba la información necesaria sobre Ernesto. Cuando todos se habían trasladado a un lugar más seguro, Elisa arrastró una silla para sentarse frente a Dalton. Su expresión todavía estaba distorsionada por el dolor y pálida.
—Gracias, Lady Elisa —comenzó Dalton con una pequeña sonrisa en sus labios.
—¿Cómo sucedió esto? —preguntó Elisa directamente, haciendo que él guardara un momento de silencio mientras un suave suspiro escapaba de sus labios.
Dalton dijo: