Sueños Florecientes-II

—La áspera lengua de Ian rozó su núcleo y Elisa, que no podía manejar el abrumador calor y tacto que la electrificaba por completo, echó la cabeza hacia atrás. Un grito corto pero agudo salió de sus labios. Elisa no podía describir lo que sentía, pero su mano no podía evitar intentar alejarse, tratando de escapar de la fricción que hacía que sus sentidos se descontrolaran.

Con el tiempo, Ian había capturado ambas muñecas, colocando sus manos a continuación en sus caderas.

—No huyas —dijo él—, sus palabras fueron dichas en un tono bajo que le causó un escalofrío. —Aún no llegas allí.

—Pero —Elisa frunció los labios y susurró suavemente.