Raíz del Mal-II

La voz que había hablado era baja y apagada. Provocaba escalofríos en aquellos que oían la voz con la malicia que claramente se podía distinguir en ella. No había nadie en la habitación excepto por Elisa e Ian, quien observaba a Ernesto y el muchacho estaba solo en la habitación, pero ninguno de ellos había hablado. La voz había venido de la cuarta persona en la sala que acababa de aparecer de la nada.

La expresión de Ernesto estaba llena de sorpresa ya que no esperaba a otra persona en la habitación en la que estaba. Aún recordaba cómo las heridas y lesiones en su espalda habían sido infringidas y temía que fueran esas personas de nuevo. Ernesto rápidamente se empujó hacia la esquina de la habitación como si quisiera fundirse con la pared.

—¿Quién es ese? —exigió.

Una risa resonó en la habitación, una que hizo que el cabello de Ernesto se erizara.