Dalton abandonó el abismo con su rostro redimido con felicidad pero también tristeza ya que tuvo que dejar a su hermano en un lugar que había sido abandonado por todos los residentes del Infierno o el Cielo.
—Puedes visitarlo de nuevo —le dijo Belcebú.
El hombre más joven miró al demonio con su decepción a la vista, —¿Tardará mucho? ¿Para volver a verlo?
—En otros veinte años lo más rápido —respondió Belcebú sin mentir. Solo veía que mentir en este momento destruiría el pobre corazón del joven—. Durante ese tiempo, sería mejor que vivas una vida plena, una vida que puedas compartir con orgullo con él cuando se vuelvan a ver. Él no querría que lamentaras su vida y en este punto, solo puedo ver que solo tu felicidad podría ayudarlo.
Dalton esbozó una sonrisa en su rostro. —Pensé que eras una persona aterradora, señor Beel. Lord Ian es aterrador, pero todavía hay algo humano en él. Sin embargo, tú eres diferente.