GRUUUUUUUUUUUUM
La puerta emitió un ruido increíblemente fuerte, casi como el rugido de un dragón.
Después, una tormenta de aire oscuro salió disparada de la puerta, impactando contra Zeras con toda su fuerza.
Eran como ralladores desgarrando cada centímetro de su piel, raspando su carne.
El dolor era nada menos que alucinante, y sucedió tan rápido que terminó en un abrir y cerrar de ojos.
Tumbado aplastado en el suelo, Zeras miró su propio cuerpo, y la vista de él le dio escalofríos.
Ahora, no tenía piel, ni huesos, ni carne.
Era una figura negra como la tinta hecha solo de sombras—ardiendo en sombra oscura que hacía parecer que estaba actualmente en llamas ardientes.
En este estado, no sentía energía ni poder, como si fuera absolutamente nada. Sin embargo, podía sentir el mundo con la misma facilidad que se podía sentir.
Lentamente, avanzó a través de la puerta, con sus ojos oscuros y sombríos clavados en lo que se encontraba delante de él.