—¿Y ahora? —preguntó Atticus, y el claro se quedó en silencio.
Esa única pregunta se quedaba pesadamente en el aire, ocupando todas las mentes presentes.
La emoción de luchar contra una raza superior y ganar comenzó a disiparse mientras la gravedad de su situación comenzaba a asentarse.
—El niño monstruo tiene razón. ¿No estamos todos acabados ahora? —Luminoso rompió repentinamente el silencio.
—Deja de llamarlo monstruo —comentó Seraphina tajantemente, girándose hacia Atticus—. ¿Estás seguro de que estás bien, cariño?
Atticus la miró por un momento. La pausa fue breve, pero para seres de su nivel de poder, fue significativa. Después del incidente en el sector de Starhaven, Atticus no había hablado con Seraphina. Todavía no sabía cómo manejar toda la situación del Rey Espíritu.
Sin embargo, Seraphina había sido nada más que amable con él. Atticus le dio una sonrisa tranquilizadora y asintió. —Estoy bien.