Aurora arrancó una tira de tela de su manga, atándola a una rama rota que arrancó del suelo.
Luego, utilizando una roca cercana, la lanzó desde su escondite.
Como se esperaba, el elfo reaccionó al instante. Una flecha voló, atravesando el señuelo. Pero eso fue todo el espacio que Aurora necesitaba.
Ella se movió.
Aurora corrió en un amplio arco, flanqueando su posición. Mantuvo sus pasos ligeros, silenciosos, usando el terreno para enmascarar su aproximación. A medida que se acercaba, recogió un pequeño puñado de tierra y piedras sueltas.
En el último segundo, los lanzó con todas sus fuerzas.
La tierra golpeó la cara del elfo, cegándolo momentáneamente. Sus reflejos eran agudos, pero Aurora era más rápida.
Ella cerró la distancia en un instante, impulsando su rodilla en sus costillas con fuerza brutal. El elfo jadeó, retrocediendo, pero Aurora no cedió.