Los miembros de la división del Cuervo Blanco avanzaban hacia el campamento improvisado, sus cuerpos maltratados, extremidades doloridas y muchos de sus orgullos magullados.
Aurora estaba al frente, liderando al grupo con una mirada seria. Su mente reiteraba la batalla que acababa de luchar, pensando en cómo mejorar antes de la próxima sesión.
Justo detrás de ella, Nate cojeaba dramáticamente, moviendo los brazos mientras continuaba su campaña de auto-glorificación.
—Casi lo tenía —dijo—. Si me hubieran dado solo un poco más de tiempo, habría destruido esa maldita cosa.
Varios reclutas le lanzaron miradas sucias, especialmente los jóvenes de Ravenstein.
—No pudiste ni reaccionar a ninguno de sus movimientos —murmuró Lucas, frotándose los brazos doloridos.
Nate se mofó. —¿Cómo lo sabrías? ¡Estabas demasiado ocupado recibiendo una paliza como para notarlo!
Una ola de risitas siguió mientras Lucas giraba para lanzarle dagas con la mirada a Nate.
—Tú