Gracias

—No sabes lo que has hecho por mí —continuó Viktor—. Por años, he estado perdido.

Atticus permaneció en silencio, escuchando.

—Una vez estuve a cargo de un escuadrón. Eran mi responsabilidad, mis camaradas, mis hermanos y hermanas en armas.

Una sombra pasó sobre su rostro. —Y todos murieron durante una misión.

Las palabras fueron pronunciadas con calma, pero Atticus podía escuchar la crudeza enterrada debajo.

—Los vi morir. Y lo que vi ese día... me hizo creer que todo por lo que estábamos luchando era una causa perdida.

Sus puños se cerraron.

—¿Cuál era el punto de entrenar, de luchar, de sacrificarse, cuando al final, solo éramos cuerpos para ser utilizados y descartados?

—Por mucho tiempo, vacilé. Pasé por los movimientos, pero no tenía un verdadero impulso, ninguna razón real para seguir adelante. Perdí la fe en esta guerra. Perdí la fe en mí mismo.

Miró directamente a Atticus.

Y por primera vez, sus ojos ardieron con algo nuevo.

—Entonces te vi.